Ahora nos encontramos todos los días. El grupo trabaja muy intenso en sus monólogos chejovianos. Anoche se dio un salto, con algúnn traspié, claro, si no pasa algo... no es salto.
Me perece un buen momento para recordar cosas que hemos hablado en nuestras charlas teóricas.
Porque en los Solos hay algo con el artificio y la representación que está en juego.
Se representa, pero se presenta también. Hay artificio, pero el artificio se muestra.
Dejo una cita...
Apostar por la no-representación significa una apuesta real por el directo en el contexto de una sociedad que mediatiza la vida y los acontecimientos hasta extremos demenciales. Los media hablan de “retransmitir en directo”, de “conexión en directo” pero es una operación cínica. No hay directo, hay re-presentación. Es decir: la puesta en funcionamiento de mecanismos dramáticos de acción, espacio y tiempo que nos hacen creer que lo que vemos es “real” (y lo obsceno es que lo es. El dolor, la guerra, la pobreza son reales) No ofrecen “la realidad”, sino su espectáculo.
Suprimir el re de la representación (en el caso concreto del teatro) no sería otra cosa que apostar por presenciar sin mediación las intensidades físicas y emocionales de los intérpretes, atestiguar la inmediatez de lo que ocurre, de los pensamientos y las acciones que se están poniendo en juego. Las coordenadas espacio-temporales de la escena y la platea son idénticas, su “momento histórico” también es el mismo, por eso es improcedente convertir ese espacio in-mediato en un nuevo espacio mediatizado donde insistir en la mentira. El teatro deniega la ilusión: se ven los trucos. La no-representación es algo que no se cuestiona cuando se asiste en directo a un concierto de rock, por poner un ejemplo. Sólo al teatro parecen pedírsele cuentas cuando prescinde de la representación y apuesta por el presente de la presentación escénica.
Misión imposible
representación, presentación, irrepresentable
Marta Galán
Archivo Virtual de Artes Escénicas